un racimo de flores de negro terciopelo
en mi adiós mis rodillas se inclinan
lastimandose en tu marmolado sepulcro.
No regresaré jamás, el dolor frena el vivir
la angustia levanta un muro en la garganta
tiemblan mis huesos, la carne se enfría
tus dedos salen de la tumba, atrapando mis cabellos.
Te añoro pero no te acompaño
te amo y no quiero amarte
mi alma precisa olvidarte y no hundirse
en meros recuerdos esparcidos fulminados.
Vivo en grises brumas ignorando
imaginando quie eres mi sombra
no me dejas respirar ni suspirar
te has convertido en mi juez y mi conciencia.
Si no logro olvidarte comenzaré a odiarte
te has muerto en mi vida,
ahora yo te pido
¡Que mueras en mi mente!
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