La pena le ha pegado a mi corazón
angustia que atraviesa mi garganta
mis ojos no quieren llorar
pero duelen...
Y...pienso... ¡siempre la misma necia!
mi mente creyente
se emociona, se enamora,
y mis labios gritan...
Sangra mi alma inerte
de rodillas promete, ¡nunca más!
es mi culpa por abandonar mi morada
fria, oscura, insipida, pero real.
Llegando dañada, muy herida
arrastrando mi piel como serpiente anciana
ya sin historia ni veneno
a las puertas del infierno anhelada.
En un rincón acomodaré mi osamenta
tratando asesinar recuerdos
hincar mis pupilas para no ver
cosiendo mis labios eternamente.
El fin arribando lentamente
no se apiada remueve las heridas
maldigo y reniego el instante
que el destino te señaló mi camino.
Caro